Inicio OPINIÓN Libertad, antídoto de tiranía

Libertad, antídoto de tiranía

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Hambre, pobreza, enfermedades, paro, crisis, cambio climático, homofobia, xenofobia, machismo, feminismo, guerra, fracaso escolar, desahucios, racismo, tristeza, etc.

Sueños, solidaridad, ilusión, espíritu, compañerismo, talento, amabilidad, respeto, juegos, diversión, felicidad, etc.

En el primer párrafo podríamos tener los titulares de cualquier periódico. Tendríamos la realidad que nos define como monstruos sin compasión, que nos tacha de almas vacías de sentimientos, cuerpos movidos por la sangre que brota de un café y no del corazón.

En el segundo, la mente de un niño. Da igual la edad, da igual el lugar de origen, el sexo, la raza o la clase social. Son ideas que la mente de un niño tiene como herramientas para sonreír incluso cuando está triste. Son las virtudes que el ser humano tiene, las armas para lograr la felicidad del que está y del que viene. La solución para todo tipo de problemas, la salida de emergencia de las situaciones de vital importancia, la tinta que convierte los años de vida en poemas.

No creo que nadie me pueda tachar de exagerado, de demente, de catastrófico. Creo que es una realidad vigente en un mundo paradójico. Creo que, simplemente, es la consecuencia de un proceso, la guinda del pastel que, desde el nacimiento, se derrite en un horno incandescente. Me atrevería a decir que es la decisión tomada por un grupo de corbatas que, desde lo más recóndito de sus despachos, pujan por nuestra felicidad y siempre gana el que más tiene.

Por ello, como cada viernes, mi mente terca vuelve a obsesionarse con la idea de abrir ojos y cerrar bocas. Vuelve a reflexionar entre caladas, a pensar sobre temas que posiblemente a nadie le importen o que importen a todos menos al que le tiene que importar. Yo, soñador empedernido, no puedo dejar pasar la ocasión de exaltar una idea que posiblemente pueda vestirse de solución. Así que, vuelvo al origen del todo, allá donde cada decisión propia no es definitiva, pero que junto a un acto externo puede encaminar nuestras vidas.

Vuelvo a proponer la educación como evolución hacia un futuro donde no se repita más esta situación. Pero, a mí nadie me va a dar voz y menos aun cuando nuestros votos, como ciudadanos, otorgan el poder a gente en la que confiamos pero que tarde o temprano meten ambas manos en las arcas del estado.

Pero aun así, soy propietario de una mente libre, ya que esa fue la primera lección que aprendí en el cole. Por ello, me pregunto cómo un niño inocente pude acabar en un adulto inconsciente. Cómo el respeto puede transformarse en desigualdad y apatía. Cómo la alegría puede pasar a ser una condena donde los días transcurren indiferentes. ¿Cómo cojones pretendemos mejorar el futuro si no invertimos en el presente?

El presente, nuestros alumnos. El alumnado forma el 20% de la población, un dato insignificante y absurdo, pero que si abrimos bien los ojos vemos como se trata del 100% de nuestro futuro. Y este tema no podría hablarse dejando de lado los datos y estadísticas. Y a día de hoy, conforme está el mundo, podemos decir que en el pasado no se invirtió lo suficiente en presente como para poder vivir en buen futuro.

Pero, seguimos erre que erre con la educación. Con políticas educativas capitalistas y asesinas de pensamiento crítico. Seguimos pendientes de haber dado la nota para encontrar un lugar en el mundo. Continuamos dignificando a los docentes, la profesión más antigua del mundo, inútiles si hablásemos de vida o muerte, pero capaces de llegar al alma de un niño y enseñarle que la mente no funciona si el corazón no siente. Continuamos naufragando en el océano de los números y las letras, sin darnos cuenta que entre los alumnos hay millones de artistas.

Las ideas como racismo, homofobia y xenofobia, entre otros, no son más que anuncios publicitarios donde nos venden la diferencia, gracias a las cuales nos clasifican y controlan. Ideales que ven en la diferencia el caos y que al niño le roban sus virtudes de solidaridad, compañerismo y respeto. Ocultamos la evidencia dejando caer la culpa en los hombros de padres y profesores, cuando éstos no son más que piezas de un puzle sin instrucciones.

Seguiremos inventando conceptos como el fracaso escolar, para culpar a los jóvenes de inútiles por no adquirir unas competencias definidas anteriormente. Jóvenes totalmente diferentes a los que se le exige los mismos ritmos y saberes. Tenemos la mente infranqueable y los ojos vendados, obstaculizando así el cambio hacia un mundo mejor. Y ¿por qué?

PORQUE LIBERTAD ES EL ANTÍDOTO DE LA TIRANÍA.

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